Les Terres de l’Ebre, de la prehistoria a la edad media

EXPOSICIÓN "LES TERRES DE L’EBRE: DE LA PREHISTORIA A LA EDAD MEDIA". UN GUIÓN RIGUROSO Y UNA ESTÉTICA MODERNA

Esta exposición presenta la gran riqueza del legado arqueológico del territorio "ebrenc". Una exposición que es la mejor síntesis y testigo del pasado y del poblamiento de las Terres de l’Ebre a lo largo de la historia, y que aquí se muestra a través de cinco ámbitos expositivos con la ayuda de recursos museográficos de última generación.

De la cueva al poblado
La prehistoria es un periodo dilatado en el tiempo en que se producen grandes cambios tanto climáticos y medioambientales como antrópicos. El hombre inició los procesos de domesticación con el cultivo de determinadas plantas y la cría de animales. En las Terres de l’Ebre, la nueva base económica conllevó el sedentarismo de las poblaciones y el desarrollo de las prácticas funerarias, así como la diversificación del utillaje y la aparición de nuevas industrias como la cerámica.

Los cerros fortificados
La protohistoria convierte en un período caracterizado por la generalización del poblamiento fortificado en colinas, la urbanización del hábitat, la introducción del torno, el uso de los metales y la adopción del alfabeto y la escritura. Los contactos comerciales con el Mediterráneo propician una diferenciación en la riqueza de los individuos y de los grupos. Cerca del Ebro se desarrolla una sociedad compleja de base tribal, los ilercavones, y altamente jerarquizada, que se verá interrumpida por la conquista romana.

El comercio
Un espacio dedicado al comercio hace de puente entre los ámbitos históricos anterior y siguiente, y muestra cómo los habitantes de las Terrs de l’Ebre mantuvieron a lo largo de todo el período protohistórico (s. VII-III aC) relaciones comerciales con los pueblos del Mediterráneo, primero con los fenicios y después con griegos y, en menor medida, los púnicos. Estos intercambios suponían la llegada de productos de lujo, especialmente vino, que intercambiaban por metales, plomo, cobre o plata. Después de la conquista romana, 218-206 aC, se produce la llegada masiva de productos itálicos y de los territorios de influencia de Roma.p>

La colonización del campo
A lo largo de la antigüedad, el río Ebro fue la arteria que comunicaba y vertebraba todo el territorio, además de ser la principal vía comercial. En época romana, el valle fue ocupada por una densa red de asentamientos rurales dispersos organizados a partir de la ciudad de Dertosa. Las villas, a la vez residencia de una familia propietaria y centro de gestión de una finca, producían excedentes para la comercialización y se realizaban actividades artesanales complementarias, como la forja de metales o la fabricación de ánforas de transporte.

Los señores de la tierra
En época andalusí, la zona del río Ebro y sus afluentes se convirtieron en una tierra de frontera entre las del Islam y los territorios cristianos, así como un espacio de una actividad agrícola intensa. Las pequeñas comunidades diseminadas, de base clánica y principalmente agrícolas, dependían de un centro administrativo, Turtuša, y de varios puntos de vigilancia y control, como las fortificaciones de Miravet y de Ulldecona o Amposta.
El modelo feudal se impondrá a nuestras tierras a raíz de la conquista cristiana en 1148. El reparto del territorio favoreció el mantenimiento de la población autóctona ahora sometida a los nobles, a la Iglesia ya las órdenes militares del Temple y el Hospital. La renta señorial se basará en el excedente de determinados cultivos (cereales, olivo y vid) y el monopolio de los procesos de transformación (molinos, hornos, almazaras...). La red de poblamiento andamio sobre un hábitat rural concentrado dependiente de la ciudad alimentará una pujante burguesía que ejercerá el poder.